FORMATO


TEMA

Se trata de hacer un documental que al mismo tiempo sea el primer diccionario audiovisual de Bogotá. Como cualquier documental, el nuestro, intentará documentar una realidad audiovisualmente, a través de un punto de vista. Estos dos asuntos serán desarrollados más profundamente a continuación.

PERSONAJE CENTRAL Y PUNTO DE VISTA

Hacer trabajos artísticos, científicos y académicos, o si lo prefiere, seudo artísticos, seudo-científicos y seudo-académicos sobre las ciudades, se ha convertido en una especie de moda durante los últimos 20 años. Desde sinfonías visuales tipo Koyaanisqatsi hasta documentales turísticos, pasando por registros periodísticos o escandalosos, del tipo “Noches calientes en Nueva York, Buenos Aires o Bogotá”, productos audiovisuales sobre las ciudades son pan de cada día en las convocatorias, licitaciones y parrillas de los canales de televisión.

Casi que se podría afirmar que el tema de la ciudad es uno de los grandes lugares comunes de la actualidad y, lo peor, es un lugar común que cada vez genera menos interés en públicos no especializados. De Bogotá nada más, hay varios trabajos documentales como “10 veces Bogotá” de Carlos Mario Urrea, “La guerra del Centavo” de Ciro Durán, y los trabajos sobre barrio y crónica urbana de Alberto Salcedo, Camila Loboguerrero y Gloria Triana  entre otros. Películas argumentales como “La gente de la Universal” de Aljure, “La estrategia del Caracol” y “Perder es cuestión de Método” de Sergio Cabrera. En televisión, La adaptación de “Cuando quiero llorar no lloro (Los Victorinos) de Carlos Duplat, Amar y Vivir; Las comedias de costumbres: “Don Chinche”, “Romeo y Buseta”, “Yo y Tú”, “Dejémonos de vainas” y “N.N” que reflejan diferentes momentos históricos de la ciudad. Eso sin contar libros como “Femina Suite de R.H. Moreno Durán”, “Sin remedio” de Antonio Caballero, “Una lección de vida” de Luis Fayad, “Opio en las nubes” de Rafael Chaparro, “Lecciones de Vértigo” de Pedro Badrán, “Relato de un asesino” de Mario Mendoza, “Páginas de vuelta” de Santiago Gamboa y “Botella papel” de Ramón Cote por citar algunos. En lo que se refiere a música: desde la gata golosa hasta las canciones de los Atercipelados. ¿Entonces por qué hacer otro documental sobre un lugar común sobre el que se ha dicho o hecho prácticamente todo?

Porque a pesar de la abundancia y de los lugares comunes de nuestra imaginación, es poco lo que sabemos sobre aquello que realmente configura a una ciudad, en este caso Bogotá, haciéndola diferente a las demás. Sin embargo hay otros lugares que han avanzado más en el conocimiento de si mismos, pero nadie hasta ahora parece haber dilucidado el misterio de Bogotá, en ningún arte.

Esto se manifiesta en cosas tan simples como que, a diferencia de otras ciudades, Bogotá no tiene ni su frase de cajón ni su poeta. Ejemplo: París es la ciudad luz, Barranquilla es la puerta de Oro, Nueva York es la capital del Mundo, Roma la ciudad eterna, Bucaramanga es la ciudad bonita; Medellín es la ciudad de la eterna primavera, y del cielo Cali es la sucursal. De otro lado, Cali además tiene a Andrés Caicedo para descifrarla, Buenos Aires a Borges y a Cortazar, Montevideo a Onetti, Cartagena a Mario Gareña, y Jerusalén al Rey David, pero Bogotá no tiene ni lo uno ni lo otro[1].

¿Si uno pregunta qué es Bogotá? La respuesta no pasará de ser una colección de datos o una fórmula que jamás nos dirá más que la definición de un Atlas o un Almanaque Mundial. Verbi gracia, ciudad de entre seis y siete millones de habitantes, ubicada en el centro de Colombia, más exactamente en una altiplanicie andina, fundada por Gonzalo Jiménez de Quesada... Ahora bien, ¿Es eso Bogotá? Sí y No, pero entonces ¿Qué le falta?

Le falta el misterio, el alma, la nuez. Pues bien, llegar a la nuez, conocer al alma, desentrañar el misterio de Bogotá es nuestro objetivo. Un objetivo que, hay que reconocerlo, puede haber sido formulado por muchos que han fracasado en el intento. ¿Qué garantiza que nosotros no fracasemos también? Como ya se ha dicho el tema no es lo especial de nuestra propuesta, lo es el punto de vista. El enfoque, el método que aplicaremos para intentar llegar al alma de las cosas es lo verdaderamente singular de nuestra propuesta. Un método que está aún por utilizar y que si bien no asegurará que llegaremos a desentrañar el alma de Bogotá, es indudable que sí avanzará hacia ese camino.

LA ESTRUCTURA DESDE EL CONCEPTO.

El diseño de la estructura elegida implica trabajar dos frentes: el temático y el formal. En el primero el problema consiste en escoger los temas que permitan llegar al misterio de Bogotá: ¿Cómo elegirlos? ¿Cómo abordarlos una vez elegidos? ¿Por qué escoger unos y no otros?

En líneas generales, la respuesta que le dimos a estos interrogantes fue: Para hallar el misterio general de Bogota, lo mejor es indagar en los misterios puntuales, es decir, los temas tratados deben ser aquellas conductas, sucesos, elementos o personajes particulares de Bogotá que difícilmente se dan en otros contextos, ejemplo: las casas que crecen[2].

Lo anterior supone una predisposición a lo extraordinario, en el sentido, de que aquello que mostraremos aún siendo cotidiano en Bogotá resulta extraordinario en otros contextos[3].

Después de solucionar el problema de los temas que deberíamos abordar, tuvimos que enfrentarnos al problema de solucionar cómo abordar esos temas escogidos. La respuesta a este problema tiene dos partes: una epistemológica, que se resume en el propósito de llamar las cosas por su nombre, y otra metodológica, que pretende encontrar conexiones lógicas e insospechadas de causa efecto entre los sucesos, personajes y temas escogidos.

Para hacerse una idea de este doble propósito hay que tener en cuenta, por un lado, la tendencia al eufemismo imperante en la sociedad colombiana (Por ejemplo: la gente no es miserable sino estrato cero) y, por el otro, hay que pensar aquella frase de James Gleick que ilustra el fenómeno de la causalidad e introduce en la noción de lo múltiple: “Si agita hoy, con su aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene”[4].

Más en concreto, podríamos decir que en nuestro documental se podrán apreciar cadenas causales que hacen que, por ejemplo, costumbres como la de llamar a todo lo popular ejecutivo (almuerzo, bus, vestidos) tienen que ver con el deseo de parecer otra cosa diferente a la que se es, lo cual indudablemente esta conectado con espejismos tales como el de que Colombia es el mejor país del mundo[5] y Bogotá la Atenas sudamericana[6], por decir sólo lo más obvio.

Solucionados estos problemas que podríamos denominar “de contenido”, era necesario el diseño o la elección de una herramienta formal que respondiese a los objetivos de llamar las cosas por su nombre, abordar multiplicidad de temas extraordinarios y establecer las redes causales entre ellos para llegar a la nuez que configura al personaje Bogotá. Fue así como en lo formal optamos por un modelo inexplorado dentro del audiovisual: el del diccionario.

EL DICCIONARIO[7]

La manera en la que ahora se accede a la información no es lineal, incluso cabe preguntarse si antes de la informática era lineal. Gracias a los computadores y a los “links” de Internet: un tema lleva a otro y los motivos de las conexiones pueden ser infinitamente variados, e infinitamente intrincados. Es similar el caso de un diccionario: una palabra lleva a otra, conecta con otra, ya sea por una vía etimológica o por ser un sinónimo, por curiosidad etc. Este es el caso de este proyecto, que se plantea  como un diccionario audiovisual en el que las cosas mostradas se definen como lo haría un diccionario y siendo fragmentarias (como lo es un diccionario) están totalmente conectadas.

Ejemplos de diccionarios locales los encontramos en el Nuevo Diccionario de Americanismos. Tomo I. Colombianismos (1983) de la Universidad de Augsburgo con el Instituto Caro y Cuervo. También se publicó tres años más tarde el Glosario Lexicográfico del Atlas Lingüístico-etnográfico de Colombia. (ALEC) Bogotá.  Por otro lado Rufino José Cuervo escribió “Apuntaciones Críticas sobre el lenguaje Bogotano” y Luis Alberto Acuña escribió el artículo "Diccionario de Bogotanismos", en la Revista del Folklore.[8] Ha habido varios esfuerzos importantes por sacar compilados regionales como: El testamento Paisa, Diccionario Santandereano, incluso casos curiosos como el diccionario de la CH de Karl Troller y Eduardo Arias.

En el caso de nosotros ¿Qué hay detrás de definir las palabras de Bogotá en un diccionario audiovisual? Esto se hace con el fin de llevar al espectador en un recorrido (aleatorio) por cada letra del abecedario descubriendo la verdadera dimensión de las definiciones, que en el fondo conforman la definición de Bogotá[9]. Bogotá viene a ser la gran incógnita detrás de todos los personajes, las situaciones y las palabras de este archivo multimedial. Queremos nosotros como realizadores también saber –con la realización de este documental– qué hay detrás de las palabras que se usan en Bogotá. Esperamos que sea algo revelador.

La estética de los diccionarios audiovisuales se puede encontrar más fácil en los videos para aprender idiomas. Estos habitualmente ponen situaciones, las llenan de subtítulos y viñetas que sirven para definir palabras y conceptos. Incluso utilizan fondo blanco para poder aislar el objeto, la acción que desean definir. Tienen como objetivo el ser evidentes, obvios, además de reiterativos y redundantes, para sumergir al usuario en un idioma. Para esto toman pie de lo que va más allá de la diégesis cinematográfica.

Otros esquemas similares se pueden apreciar en la Enciclopedia Encarta, en la enciclopedia libre Wikipedia, por sólo mencionar algunos, en donde todo está relacionado con links además de estar integrado por texto, fotos y videos. Por otro lado nosotros queremos hacer la misma integración de elementos dentro de una estructura cinematográfica, al mismo tiempo que hacer un trabajo metalexicográfico.


LA JUSTIFICACIÓN.

Según el fallecido escultor colombiano, Bernardo Salcedo, Colombia es un país adolescente. Para nosotros esta concepción sobre Colombia explica en gran medida la situación de Bogotá (Bogotá por tamaño y diversidad es el mejor reflejo del país) y se aplica a nuestro presupuesto de tratar a Bogotá como un personaje.

El tomar a Bogotá como un adolescente, por un lado, explica su vitalidad, dinamismo y hermosura, mientras que por otro, ilustra su inmadurez, inseguridad y fealdad (derivada de su indefinición). La inmadurez, característica sobresaliente de la adolescencia, tiene que ver con la tendencia a no llamar las cosas por su nombre, Los colombianos, en general, y los bogotanos en particular, procuramos vivir en espejismos e ilusiones tales como la de que este es el mejor país del mundo.

Por si fuera poco, los noticieros y periódicos viven obsesionados (obsesión que le trasmiten a un grupo considerable de la población) por presentar “noticias positivas”, sin darse cuenta, que la noticia por naturaleza es lo excepcional, ergo, las cosas positivas como que la gente tenga trabajo, sea honesta y creativa, cuando se vuelven noticia están manifestando que la realidad del país es nefasta, porque se vuelven sucesos excepcionales cuando deberían ser lo normal.

Lo anterior también es una manifestación de esa negativa a aceptar la realidad y esa predisposición al espejismo y al engaño. Nosotros creemos que esta actitud vital tiene consecuencias muy graves. Como sucede con cualquier adicto, si no se reconoce la adicción o el mal, resulta imposible superarla. En forma más extensiva, se podría afirmar que si un personaje no conoce sus defectos sus cualidades serán casi ineficaces. De manera que Bogotá y Colombia necesitan quitarse el velo. Aprender a mirarse a la cara sin maquillaje. Salir del lugar común es imprescindible para mejorar, madurar o, sencillamente, saber quienes somos.

Como dice la frase: Pinta tu aldea y pintaras el mundo. En otras palabras, la identidad es un presupuesto indispensable para situarse en el mundo e interactuar con él. Nuestro proyecto apunta en esa vía y además ha diseñado una estrategia artística arquetípica, susceptible de ser aplicada en múltiples casos, para hacerlo.


[1] …Bogotá goza de sus cinco sentidos. Tiene rostro, mirada, voz, olor y sabor. Coquetea con los escritores, pero todavía está esperando el García Márquez que sí encontraron Tamalameque, Mompox y Barranquilla”. Alberto ZALAMEA, Así es Bogotá. Ediciones Gamma. Bogotá, Colombia, 1996. Página 7. “Una de las dificultades de escribir sobre Bogotá es que la ciudad no tiene lugares literarios. Como, por decir algo, Corrientes en Buenos Aires o la Plaza Garibaldi en México, o las calles de París. Son lugares de los que se ha escrito tanto que son fáciles de imaginar. Macondo es un lugar literario. Con Bogotá toca explicarlo todo. Otra cosa es que las calles son la 85, la 100, la 127 etc, y toca describirlas bien pues nadie tiene porqué saber cómo son” opina Antonio GARCÍA, revista semana Mayo 14 de 2001.

[2] Son las típicas casas Bogotanas construidas por etapas en las que siempre dejan las columnas con las varillas al aire para poder continuar construyendo y en las que el perro vigila desde el último piso. Ver guión.
[4] Frase acuñada a partir de Edward Lorenz de la que ha salido el término: EFECTO MARIPOSA.
[5] Con el Himno nacional más hermoso después de la Marsellesa. Sin que nadie de razón de cuando se hizo la competencia mundial de himnos.
[6] Frase atribuida a Miguel Cané.
[7] Diccionario.  (Del b. lat. dictionarium). 1. m. Libro en el que se recogen y explican de forma ordenada voces de una o más lenguas, de una ciencia o de una materia determinada.  2. m. Catálogo numeroso de noticias importantes de un mismo género, ordenado alfabéticamente. Diccionario bibliográfico, biográfico, geográfico. Diccionario de la Real Academia Española.
[8] Órgano de la Sección de Estudios Folklóricos del Instituto Etnológico y de Arqueología, Nº 7 de septiembre de 1951, págs. 1 a 187, Bogotá.
[9] Me figuro que una nación desarrolla las palabras que necesita. Esta observación, hecha por Chesterton (creo que en su libro sobre Watts), equivale a decir que la lengua no es, como el diccionario nos sugiere, un invento de académicos  y filólogos. Antes bien, ha sido desarrollada a través del tiempo, a través de mucho tiempo, por campesinos, pescadores, cazadores y caballeros. No surge de las bibliotecas sino de los campos, del mar, de los ríos, de la noche, del alba. Jorge Luis BORGES, Arte Poética. Ed Crítica.